premio FAD por su obra ´Casa para un Coleccionista Nómada´

 Vizcaíno de nacimiento, el arquitecto Martín Lejarraga se siente cartagenero de adopción. Desde que se estableció en la ciudad en 1991, ha llevado una incesante y constante transformación del entorno urbano de Cartagena y también ha dejado su huella en distintos enclaves de la Región. Estos proyectos le han brindado un reconocimiento a su trabajo, a través de diferentes premios y reconocimientos, tanto a nivel regional como nacional.El último galardón lo recibió hace unos días en Barcelona, el premio Fomentos de las Artes Decorativas (FAD) de Arquitectura en la categoría de Intervenciones Efímeras, por su obra ‘Casa para un Coleccionista Nómada’.

¿Cuál ha sido el criterio del jurado para que se decantase por su proyecto?
Los premios FAD son instituidos por una entidad de Barcelona para potenciar el fomento a las artes decorativas. Se convocan anualmente y reúnen obras de toda la Península. El concurso se divide en cuatro categorías: Arquitectura, Interiorismo, Ciudad y Paisaje e Intervenciones Efímeras. El jurado valora la calidad arquitectónica que expresan las obras, el papel que tiene la arquitectura en la sociedad actual y los factores de sostenibilidad tanto económica como social. En mi caso consideraron de interés, la estrategia de reutilización de un objeto ya existente, la caravana, el humor y optimismo que desprende, y el componente social que hace alusión a una necesaria falta de prejuicios.

¿En qué consistía el trabajo que presentaste?
La obra la creé a propuesta de la consejería de Educación para el expositor de la Región de Murcia en ARCO 2010. Rescatamos una vieja caravana y la transformamos en la casa de un coleccionista nómada. Éste recorre las ferias de todo el mundo en busca de más arte. El nómada es una representación de esas personas que visitan todas las ferias de muestras internacionales buscando el ejemplar que falta en su colección.

¿Qué proyectos tiene para un futuro próximo, ha pensado tocar algún campo que hasta ahora le es desconocido?
Uno no se levanta diciendo voy a hacer esto, al menos en mi caso. Las cosas van surgiendo, no hay una búsqueda concreta. Intento entrelazar mi experiencia en todos los proyectos de forma natural. Aunque también es cierto que el papel de los arquitectos está cambiando,nuestros ámbitos de trabajo son más abiertos, ahora debemos investigar y participar en proyectos sociales, educativos o culturales.

¿Cree que la proyección de su carrera habría sido diferente, si la ubicación escogida para desarrollarla hubiera sido una ciudad más grande?
Nunca me lo he planteado, me siento muy afortunado de haber trabajado en Cartagena. Esta ciudad tiene un legado histórico formidable y sus lugares, fruto de ello, me han permitido reencontrarme con esos espacios milenarios a través de la restauración. Además, aquí me han surgido muchas oportunidades, y siempre he contado con el apoyo de las instituciones locales. Creo que haciendo cosas pequeñas te puedes asomar al resto de la sociedad. Describe tu aldea y describirás el mundo, por ello, siempre vuelco el mismo esfuerzo en cualquier obra, independientemente del alcance que tenga cada una.

¿Cuál es el ingrediente secreto para reunir este escaparate de reconocimientos?
No existe ningún secreto, las cosas no se hacen solas es necesaria mucha paciencia y perseverancia, ya que los grandes logros se consiguen a partir de pequeños trocitos de trabajo. Yo apuesto por la constancia en la labor que desempeño día a día. Aunque también busco el cambio, la innovación, el riesgo, la diferenciación y la calidad, todo ello conjugado con la rutina. Nuestro trabajo, el de los arquitectos, tiene que estar sometido al rigor. Debemos saber responder de él ante los clientes, y la sociedad en su conjunto.

¿Serviría lo anterior como consejo para esos futuros arquitectos que salen al mundo con la ‘crisis de la contrucción’ marcada en la frente?
Yo no sirvo para dar consejos, vivimos en una época muy distinta a la de mis comienzos. Yo me limito a reinventarme constantemente para no quedarme atrás, desfasado. Digamos que yo soy como Madonna y estos jóvenes que salen con ganas de arrasar son como la abrumadora Lady Gaga. Madonna y yo necesitamos adaptar nuestro trabajo a los tiempos, a las exigencias de la sociedad. Madonna no le puede dar ningún consejo sobre discos ni vinilos a la reina de Youtube. El único consejo es un trabajo ligado al esfuerzo, en el que cada uno debe definir sus intereses e inquietudes y, sobre todo, debemos imponernos metas diarias de superación.


Una casa rodante, de escasos siete metros cuadrados, pero con el mundo a sus pies, que no se adapta a ningún lugar concreto, pero que está bien en cualquier sitio, que es de estilo “gitano-chic”, me dicen, y en la que yo me siento como un cangrejo ermitaño que ha ocupado una caracola extraña en cuyo interior, como si una cáscara de nácar lo envolviera por completo, se refleja  todo mi pequeño mundo.

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